
Ponente:
Alcira Trincheri
e-mail: alciratrincheri@gmail.com
Pertenencia:
Departamento de Historia. Facultad de Humanidades. UNCo
Cargo:
Docente regular por concurso
Asignatura:
Mundo Actual Afroasiático
Título:
Las fronteras físicas y
culturales de la colonia coreana Lamarque
“…Hemos estado junto a ellos con ellos,
en un atardecer muy frío; la habitación cuadrada de adobes
y un montón de leña de sauce, constituye la mayor fortuna
que poseen para pasar el invierno. Los ancianos, sus hijos
y sus nietos, ocultan en los ojos oblicuos, el recuerdo
y el terror de la guerra de Corea…”
Los límites de la colonia
Con
este trabajo me propongo abordar las fronteras de la colonia,
las zonas fonterizas de la disciplina historia social, los
bordes antropológicos, etnográficos, sociológicos, que permite
ver otra historia de las fronteras. Ya lo advertía Bourdieu lo que les falta hacer a los historiadores
son:
“…Las zonas de la
historia que han sido más descuidadas son las zonas fronterizas…
las fronteras entre especialidades: …un conocimiento de
la práctica del gobierno… y finalmente un conocimiento del
personal del gobierno… pero pocos son los historiadores
capaces de moverse por estas diferentes especialidades…
Hay otras zonas fronterizas de la historia que requerirían
un estudio…”.
La
frontera implica un cuestionamiento permanente acerca de
lo que ‘nos’ define, así como de quién es el otro, aquel
que se halla más allá de ella. Nuestra compleja pluralidad
hace que estemos rodeados de múltiples fronteras, por lo
que es necesario tomar conciencia de ello. El límite aplicado
a un territorio o mar equivale a tener como frontera, línea
real o imaginaria que separa dos terrenos que puede alcanzar
lo físico y lo anímico. En palabras de Simmel:
“…El concepto de límite
es extraordinariamente importante en todas las relaciones
de los hombres entre sí, aunque su sentido no sea siempre
sociológico…”
Desde la visión
anglosajona:
“…La falsa expresión
inglesa frontier no expresa un límite, sino, por el contrario,
un espacio abierto presto a ser conquistado…”
En
el hecho fronterizo hay tres bloques de estudios relacionados;
problemas de asentamiento, instituciones políticas, económicas,
manifestaciones religiosas y culturales surgidas en la demarcación.
Hoy día hay una inflación semántica del término fronteras:
naturales, políticas, históricas, linguísticas, mentales,
económicas, cultural-creativas, ecológicas o fronteras naturales
o fronteras artificiales; fronteras vivas o fronteras muertas
o fronteras fisiográficas o antropogeográficas. Además a
la fecha
“…el uso de frontera
tiene connotaciones puramente políticas: la línea de separación
entre comunidades articuladas jurídicamente en algo que
llamamos Estado. Una realidad que de forma clara y didáctica
se expresa en los mapas de geografía política… se trata
de una realidad reciente palpable sólo en los dos últimos
siglos…”.
La
“colonia agrícola coreana” se funda en la
Provincia de Río Negro en los años sesenta,
cuando ésta, se integra formando parte del estado nacional.
La creación de la “colonia coreana” responde a una migración
planeada y al fomento de las políticas públicas provinciales
de continuar con un proceso nacional de incorporación de
mayor cantidad de tierras cultivadas.
“…En el sentido de
la palabra anglosajona frontier,
estas fronteras, aunque más que líneas divisorias, zonas
de contacto entre sociedades distintas, significaban de
hecho el límite efectivo de la expansión interna del Estado-nación.
A la par de estas reconocidas ‘fronteras internas’ decimonónicas,
cohabitadas por ‘indígenas salvajes’ y un variopinto grupo
de mestizos y ‘blancos’, otras regiones del territorio nacional
continuaban operando como fronteras étnicas culturales,
aunque ya no bélicas…”.
Estas
mismas tierras habían sido habitadas hasta no hace muchos
años por los pobladores originarios aún no colonizadas por
los blancos. Para el caso de nuestra colonia era una etapa
pasada, ahora estamos frente a una serie de tierras a colonizar,
en muchas de las cuales, tenemos a otros inmigrantes.
La
“colonia coreana Lamarque” denominada “La
Reserva” está ubicada a pocos kilómetros
de Lamarque, en el inicio del ejido municipal de Pomona
sobre la ruta 259. En el transcurso de la vida de la colonia
desde 1965
a la fecha tiene límites intencionalmente
trazados por la delimitación de las tierras que ocupa y
demarcados por límites naturales físicos como la ribera
del Río Negro.
Los
límites de la colonia siempre fueron movibles por varias
razones. Las tierras de la colonia, a las que denominan
“Reserva” siempre estuvieron destinadas a la colonización
con varios estatutos. El que predominó como denominador
común en las políticas públicas de la
Provincia de Río Negro es el de tierras
dedicadas a la explotación fruti hortícola, a realizar por
pequeños productores con sus familias en un predio no menor
a 25 hectáreas la
unidad productiva.
Las
políticas de la cesión de las tierras en un primer momento
son asignadas a una cooperativa conformada por coreanos,
patrocinada por el gobierno de Corea, con una organización
colectiva, a la que el gobierno argentino siempre le advertía
que las tierras serían entregadas en propiedad privada a
cada una de las familias de colonos inmigrantes. Esta situación
aparece como conflictiva entre los distintos derechos de
cesión de parte del gobierno provincial, los administradores
de la cooperativa y los productores inmigrantes.
Las
tierras cedidas en un inicio son de 400 hectáreas con promesas de ir ampliando la
extensión a medida que fueran incorporadas a la producción.
Las tierras no habían sido testeadas en calidad previamente
por especialistas de suelo para verificar su potencialidad
productiva. Los colonos fueron ubicados frente a unas tierras
sin desmontar y pobladas de jarillas. Con el desmonte y
la construcción de los canales de regadío se hacen los primeros
estudios de la empresa Agua y Energía de la
Nación para construir las redes de agua.
Los resultados son adversos a la fecundidad de las tierras
que dan al borde paralelo al río. Una gran sedimentación
de piedra gredosa hacía las tierras altas para poder regarlas
y no había otra forma de implementar que un sistema de bombas
puestas en marcha con tractores. Este problema nunca se
solucionó a pesar de que se construyeron los canales principales
y comuneros:
“…La parcela… no se
riega por el sistema de Agua y Energía por ser muy altas
estas tierras, y, tampoco existe infraestructura que permita
el riego por gravitación, el agua no domina, por lo tanto
el riego debe realizarse por el sistema de bombeo tomando
del brazo Sur del Río Negro, cuya bomba es accionada por
un tractor, llevando el agua mediante un canal. La tierra
como en las otras parcelas, son arenosas, pedregosas, grandes
manchas de piedra, esta tierra también fue descartada por
la Dirección de Bosques…”.
“…El principal problema
consiste en la topografía del terreno que no permite el
riego por canales existentes… El origen de la cadena medanosa
es un antiguo albardón del río, dado que se encuentra paralelo
al cauce actual y además hay ripio al pie de toda esa cadena
en la parte SO de la misma…”.
El
tratamiento de la “colonia” nos brinda también otra rica
perspectiva, la de los límites de las identidades culturales,
expuestas por las diferentes comunidades étnicas que pueblan
la región. Observar a la “colonia” encierra algo singular,
por tanto es útil la conceptualización de:
“…Lo que innova en
la teoría, y es crucial en la política, es la necesidad
de pensar más allá de las narrativas de las subjetividades
originarias e iniciales, y concentrarse en esos momentos
o procesos que se producen en la articulación de las diferencias
culturales. Estos espacios ‘entre-medio’ [in-between]
proveen el terreno para elaborar estrategias de identidad
[selfhood] {singular o comunitaria} que inician nuevos signos de identidad,
y sitios innovadores de colaboración y cuestionamiento,
en el acto mismo de definir la idea misma de sociedad…”.
Cada
una de las comunidades se corresponde con un contexto histórico
diferente y otro estatuto de colonización, ni uno ni otro
se repite. Coincido en que:
“…la noción más restringida
de contexto histórico, como categoría cultural e idiosincrásica…
es reemplazada por nociones de movilidad cultural, de construcción
y negociación social del sentido, de la comunidad como espacio
casi ilimitado para la inserción de narraciones…”.
Desde
la fundación de la colonia se convierte en un lugar de tránsito
permanente de ingreso de migrantes colonos y de egreso de
inmigrantes y aquellos que también pasan por aquí pero que
no querían ni pensaban ser colonos, eso muestra la movilidad
continua de las fronteras de la colonia.
Pero
además, surgirán las fronteras artificiales, originadas
por los propios colonos, que por conflictos de poder delinean
las divisiones dentro de la misma comunidad coreana.
El
presente problema trata de explicar las motivaciones que
provocan las distintas fronteras, que operan al unísono en la “colonia
coreana Lamarque” y que actúan como fuerzas centrífugas
y centrípetas amenazando la existencia misma de la comunidad
agrícola.
Los límites de la comunidad
En
este apartado observamos los límites de la propia comunidad
coreana, por tanto hace falta definirla en sus contornos:
“…cuando uno se acerca
a una comunidad o incluso cuando vive en ella, lo que más
inmediatamente experimenta es la gran complejidad de intereses
particulares que coexisten en su interior y, consecuentemente,
la gran disparidad de conductas que se manifiestan… la diversidad
intracultural es bastante más inmediata y evidente que la
homogeneidad…”.
La
colonia como comunidad siempre estuvo amenazada de muerte
por varios motivos. Los únicos que trataron que la colonia
sobreviviera como comunidad son los pocos colonos que aún
permanecen en ella más los técnicos agrícolas que colaboraron
voluntariamente. Las autoridades provinciales no realizaron
un apoyo técnico y científico, que hubiese sido muy necesario
allí, para la detección composición de las tierras. Tampoco
el gobierno provincial capacitó a los colonos para que aprendieran
a trabajar con las herramientas de cultivo adecuados al
lugar y por la baja productividad, hubiese sido pertinente,
saber cuáles especies de verduras, frutas o panales de abejas
se hubieran dado en el lugar, para permitir que los colonos
pudieran mantenerse hasta tanto la colonia estuviera en
plena producción.
El
gobierno coreano tiene apariciones esporádicas, su apoyo
estuvo más relacionado a Kodco. La cooperativa compitió con los colonos
disputándoles las tierras, la producción, pues según informes
las tierras estaban hipotecadas, un asunto interno intra-coreanos
entre Kodco y los colonos porque la provincia sostenía la
propiedad privada por familia.
Los
problemas de los colonos en la colonia estaban íntimamente
relacionados a los límites de la eficacia de las políticas
públicas de los gobiernos de Río Negro y Corea, muchos de
ellos se manifiestan en la prensa escrita:
“…Después de dos años
la comunidad se ha reducido notablemente; los técnicos que
se habían hecho pasar por agricultores para ingresar al
país, han emigrado al Gran Buenos Aires; las siete familias
que quedan (unas 50 personas), vegetan desconcertadas...”.
“…[Los colonos] Señalan
que intereses creados en el seno de su comunidad mantiene
ligados a sus integrantes a una persona en Buenos Aires
que especula económicamente con el ingreso de inmigrantes
en las tierras cedidas por la provincia…”.
También
el comportamiento de muchos colonos conspira con el funcionamiento
de la comunidad, se han citado en otros apartados las disputas
por lugares estratégicos al interior de la colonia, las
luchas por los liderazgos hasta hoy. Pero este testimonio
muestra la poca solidaridad de algunos colonos con su comunidad:
“…de la primera inmigración
hubo mucha tirantez, mucho rencor, inclusive un caso, lo
dijo un señor que era joyero y se iba a Norteamérica, en
lugar de cederle la casa a un con nacional que llegaba de
Corea, agarró un tractor y tiró todo… derribó la casa porque
no quería dejársela a nadie porque él la había echo, un
coreano vino a decirle a mi marido y cuando fue a la colonia
estaba la mitad de la casa destruida, y le dijo ¿porqué?
le respondió en un castellano regular ‘que él hizo la casa,
que él no dejar la casa’ mi marido le preguntaba ¿porqué
no? y él le respondía ‘no trabajar como yo’…”.
Los
problemas de los límites de la comunidad y la tierra se
dan a su vez en toda aquella que viva de la tierra, el espacio
es causa constante de conflictos, es decir de diferencias
entre las personas. Primero por la naturaleza de sus formas
de tenencia, y después por las circunstancias de uso y conflictos
derivados de los derechos particulares sobre él. El territorio
de una comunidad está profundamente fragmentado, más que
unir a las personas en la vida cotidiana, con frecuencia
las desune. Sin embargo ante este fenómeno existe el contrapunto
de la pertenencia común, lo que implica la construcción
de esa identidad en el espacio, que no está del todo en
consonancia con la experiencia cotidiana.
Las fronteras naturales
La
colonia está ubicada sobre el brazo sur del Río Negro que
forma la Isla Choele Choel. Si
bien el Río Negro es el límite natural más importante de
la colonia y desde el sentido común milenario sería muy
beneficioso para la fertilidad, sólo la satisfizo parcialmente,
pues otro límite físico determinó la imposibilidad de un
riego natural si no de forma artificial por medio del bombeo.
Un albardón natural de la propia geografía física del lugar
paralelo al río obstaculizó el riego, si a ello le sumamos
la ausencia material de la tecnología para solucionar lo
descripto la colonia tardó mucho en ser tierras fértiles
plenamente:
“…La falta de medios
para lograr una nivelación de los terrenos, le ha permitido
cultivar desde su arribo solamente 8 hectáreas de tomate y papa…”.
Para
dimensionar la demora temporal en obtener los frutos de
la tierra, hay que destacar que los colonos transcurridos
un año y medio de establecerse, apenas han logrado una porción
pequeña de la capacidad productiva de las tierras.
Los
límites trazados por la
Dirección de Catastro en 1973 y para la Dirección de Tierras
las fronteras están señaladas como Lotes Agrícolas 17, 18,
23, 24, Sección XI, Pomona, Colonia Agrícola Choele Choel,
Departamento Avellaneda.
La
visión tradicional de frontera es que, ante todo es un lugar
de separación, entre Estados, entre comunidades, una demarcación
entre nosotros y ellos, y, debido a este hecho, es un elemento
constitutivo de identidades y de grupos que desarrollamos
en el próximo subtítulo.
El espacio de la colonia
Si
intentamos definir el espacio e la colonia, podemos decir
que la experiencia del colono en la colonia coincide en
la utilización común de los servicios y comparte deberes
consuetudinarios o prescritos. El espacio tiende a organizarse
a remolque de los límites de esa interacción compartida.
Si existe o no un límite administrativo prefijado, una vez
establecidas las experiencias directas de los grupos humanos,
y aprendido el proceso de socialización y de interacción,
son la forma de una manera espontánea que delimita el espacio
de acuerdo con las conductas que se emiten en un contexto
determinado.
En
este apartado se periodiza el carácter movible y el carácter
estático de las fronteras de la colonia. Se indica las épocas
de cierre de las fronteras de la colonia como se remarcan
los diferentes momentos de las mismas. Las fronteras de
la colonia están tomadas como factor de intercambios culturales,
de lucha creativa, de aculturación formal.
También
se señala en el trabajo de campo los cambios que ha experimentado
el espacio colonia desde 1965 al 2006, como
los colonos desde desmalezar, no contar con servicios, hacer
los caminos, disputarse los caminos, adquirir el hábito
de lavar la ropa en el río, vivir en carpas, luego hacerse
las casas de adobe hasta llegar al hoy, con viviendas de
materiales y con una antena satelital que los pone en contacto
con el mundo.
Otra
cuestión es tratar de caracterizar la vida de las distintas
generaciones que han vivido en la comunidad. Se trata de
los tiempos más remotos, en estos casos el discurso adquiere
un valor importante y pleno para el colono. Una parte de
lo que se conoce es a través del discurso y otra parte por
las visitas etnográficas al lugar, el paisaje muestra la
totalidad de las tierras trabajadas y separadas por sectores
de bosques. Quedan los referentes del pasado que viven un
discurso colectivo que se transmite y de muestra, las chacras
en producción. Paralelamente de ver lo que acontece en el
tiempo se está dando el proceso de construcción de la identidad
y sus límites en el espacio. Las fronteras son un factor
decisivo en la modelación de las sociedades.
La
primera etapa desde 1965
a 1967, la caracteriza la lucha contra
la naturaleza. Los colonos arriban a las 400 has o “arrojados”
como expresa un diario, logran poner en producción sólo 8 hectáreas. Los colonos viven el primer año en
carpas, luego hacen habitaciones individuales de adobe,
luego de sus intenciones de hacer sus casas redondas, comen
hierbas silvestres, las vísceras de vacas, pescan truchas
y pejerreyes en la ribera del río, cazan liebres. Cocinan
en hornos de barros similares al sistema ondol construidos por los mismos colonos. En
dos años la colonia “fagocitó” a tres oleadas migratorias
coreanas, para 1967, queda una familia de la segunda y seis
de la tercera.
La
segunda etapa 1968-1974: la colonia comienza a dar sus frutos,
cosechan para 1970, 120 toneladas de tomate, 30 has de cultivos
de alfalfa, 40 has de frutales, un galpón-depósito de materiales,
cuatro maquinarias pesadas, nueve maquinarias medianas,
otras de usos diversos, diez acoplados, quince arados, dos
fumigadoras, ocho casas de material con sistema de calefacción
imitando al ondol, comienzan a vender pan en las poblaciones
urbanas de Lamarque, Luis Beltrán y Choele Choel. Son visitados
por el representante del gobierno coreano, salen publicaciones
en los Diarios Río Negro y La Nación. Ambas notas muestran los rostros de
los colonos ajados por el sol y marcados por el esfuerzo
físico laboral. La colonia está constituida como comunidad.
La
tercera etapa 1975-1979: Se inicia un período muy conflictivo
por la propiedad de las tierras entre los colonos, Kodco
y la Dirección de Tierras y Colonias del gobierno de
la Provincia de Río Negro.
Los colonos le exigen al gobierno provincial que les otorgue
las tierras en propiedad privada. Las autoridades provinciales
realizan una serie de supervisiones a la colonia, comprueban
que viven pocos colonos, que la mayoría de las tierras están
abandonadas y amenazan con sacárselas por incultas. Los
colonos responden que se han ido por las grandes inclemencias
climáticas como heladas a destiempo y pedradas que han terminado
con sus cosechas, debiendo migrar a Buenos Aires, para vivir
de otra cosa. Los colonos manifiestan que están hipotecados
por Kodco por las deudas a la cooperativa por el uso de
las tierras. La provincia define la situación otorgando
la propiedad de las tierras a las familias que continúan
asentadas en la colonia en una proporción entre 25 y 30
hectáreas por cada una.
Cuarta
etapa 1980-1986: sólo permanecen cuatro familias, las chacras
son abandonadas. Coincide con la muerte de los viejos líderes
que ahora se han convertido al catolicismo. Desde Corea
llegan nuevos técnicos avícolas a instalarse a la colonia.
Quinta
etapa 1987-2004: De los catorce técnicos avícolas queda
uno, que además atiende su consultorio de acupuntura en
la localidad de Luis Beltrán, hay sólo dos familias permanentes
en la colonia. Las tierras fueron readjudicadas o vendidas
por la provincia a otros vecinos lugareños de Lamarque.
Sexta
etapa 2005-2006: Varias familias coincidiendo con los 40
años de la inmigración coreana a la
Argentina regresan con la conmemoración
a la colonia, recuperan tierras o recompran otras. Los colonos
han fallecido y son sus hijos también inmigrantes los que
comienzan una etapa de reapropiación del capital cultural,
retoman las luchas por los liderazgos, colocan un monolito
en honor a los primeros colonos en la chacra Eun y levantan
un museo en el pueblo de Lamarque, también construyen la
primera iglesia coreana con una política social definida
en el Barrio La Tablada.
Como
una forma de contexto teórico para aplicar al conjunto de
colonos de la colonia, se utiliza el aporte de Simmel, del
cual me permito tomar un párrafo extenso, porque creo que
es lo que más se adapta a las etapas de vida societal- comunitaria
que atraviesa la colonia minada de conflictos:
“…Cuando un número
de personas viven aisladas dentro de determinados límites
espaciales, cada una de ellas llena, con sus sustancia y
su actividad, tan sólo el lugar que ocupa inmediatamente,
y lo que queda entre este lugar y el ocupado por el prójimo,
es espacio vacío, prácticamente nada. Pero en el momento
en que estas dos personas entran en acción recíproca, el
espacio que existe entre ellos aparece lleno y animado…”
“…trozos que se consideran
como unidades y -tanto por causa como por efecto de ello-
están rodeados de límites. Ya sea que la configuración de
la superficie terrestre nos parezca imponer el marco que
dibujamos en la ilimitación del espacio. O ya sean líneas
puramente ideales las que separan trozos homogéneos del
suelo [como la divisoria de aguas, cada uno de cuyos lado
gravita hacia un centro distinto], siempre concebimos al
espacio que un grupo social llena de algún modo, como una
unidad, y esta unidad expresa y sostiene la del grupo, siendo
al mismo tiempo sostenida por ella. El marco, el límite
que encierra un trozo… Comparando con la naturaleza, todo
límite es arbitrario… precisamente, el no depender del espacio
natural pone de relieve el poder formal de la cohesión social…
acaso sea mayor la conciencia de la delimitación, no frente
a los llamados límites naturales [montañas, ríos, mares,
desiertos], sino justamente frente a los límites meramente
políticos, que no hacen sino trazar una línea geométrica
entre dos vecinos… el trazado de las calles, en este último
caso son más fáciles las mutaciones, las ampliaciones, los
estrechamientos, las fusiones; porque el organismo, en su
extremo tropieza con límites vivos que actúan espiritualmente
y de los cuales parten, no sólo resistencias pasivas, sino
repulsiones activas. Todo límite de este género engendra
defensiva y ofensiva… un estado de tensión en que ambas
cosas se encuentran latentes…”.
Las
tensiones no sólo eran internas sino también con las comunidades
urbanas vecinas.
Las
demandas de los vecinos de Lamarque llegadas a Toranzos
Rossi -intendente- y elevadas a las autoridades
rionegrinas quejándose de la poca sociabilidad de los colonos
coreanos, acusándolos de muy cerrados y que no gastan un
peso en el pueblo, quedan expresadas en un documento memorable,
que identifica las actitudes xenófobas de los lugareños:
“…Siempre que los
intereses de dos elementos se refieren al mismo objeto,
la posibilidad de su coexistencia depende de que haya una
línea fronteriza dentro del objeto, que separe sus esferas.
Esta línea divisoria, si es un límite jurídico, puede significar
el fin de la contienda; si es un límite de poder, acaso
signifique su comienzo…”.
Los
conflictos por las tierras son internos y externos, tanto
que afectan a los derechos jurídicos de los colonos como
a los vecinos cercanos a la colonia. La disputa es sobre
un mismo objeto: la tierra. Por ella pelean los colonos,
los administradores de Kodco y la
Dirección de Tierras. A veces una línea
del espacio se transforma en un límite. Ni bien se había
diagramado arquitectónicamente las calles primarias y secundarias,
un colono abrió por su cuenta una calle pública quedando
incorporado de hecho a la salida de la ruta 259. Los vecinos
colonos y los inmigrantes de las otras colonias levantan
sus voces y se quejan de tal hecho a la Dirección de Tierras
y Colonias, iniciándose un expediente que obliga al colono
a aceptar cerrar la calle con una topadora, de ahí que sea
pertinente el párrafo de Simmel, ya que, en definitiva son
los propios colonos los que trazan los límites:
“…Los que se limitan
mutuamente no son los países, no son las tierras, no es
el radio de la ciudad y el del campo; son los habitantes
o propietarios, que ejercen la acción mutua… eso que se
simboliza en el límite espacial: poder y derecho positivos
de la propia esfera se completan por la conciencia de que
este poder y derecho no se extiendan en la otra esfera…”.
La
propiedad de la tierra actuó como un factor esencial entre
los límites de los colonos, de los administradores de Kodco,
al igual que al interior de la colonia los límites del reconocimiento
como líder de los colonos, hacía a la pertenencia identitaria
de la “colonia coreana”.
Durante
casi toda la vida de la colonia (1965-1990) los enfrentamientos
entre los socios colonos y los profesionales que no quieren
permanecer en la colonia pero que quieren llevarse consigo
el dinero de lo que valen las tierras, la lucha de los colonos
versus a inmigrantes que utilizan a la colonia de puente
para reemigrar a otros lares. Otro texto de Simmel da el
encuadre a los alcances de los límites producto de los enfrentamientos
entre los migrantes coreanos:
“…Todo límite es un
acontecimiento espiritual, o más exactamente, sociológico;
pero al trasformarse en una línea del espacio, la relación
mutua adquiere, tanto en su aspecto positivo como en el
negativo, una claridad y seguridad -aunque a menudo también
una rigidez- que no les son dadas cuando la coincidencia
o separación de las fuerzas y derechos no se ha proyectado
aún en forma sensible…”.
La
participación de los socios en la colonia, ya que también
son socios de la cooperativa Kodco, y al menos por las fuentes
que contamos, los colonos no se sentían parte de la cooperativa,
sino que al contrario se creían explotados por la quita
de la renta y por la hipoteca que hacen pesar los administradores
de Kodco sobre las espaldas de los agricultores. Quiere
decir que existen grados diferentes de participación en
la comunidad, de sentirse parte de la misma y hasta dónde
se sentían parcialmente parte de ella. Esta situación en
parte comprometió al suicidio de la colonia.
“…Otro problema de
limitación sociológica muy importante reside en las diversas
medidas en que los miembros de un organismo colectivo participen
en éste. El distinguir entre el socio completo y el semi-socio
o el cuarto de socio, supone un límite entre este último
y la totalidad, a que no obstante pertenece. Supone también
un límite dentro de la comunidad, que en las líneas de derechos
y deberes marca determinados puntos que indican para algunos
elementos los límites de su participación, mientras que
para otros no existen...”.
El
ocupante de 25 hectáreas:
“…desde el año 1974,
fecha en que la
Cooperativa Kodco, le entrega la parcela,
que más tarde es objetada dicha ocupación por la misma Cooperativa
por falta de pago y la Delegación de Tierras
Choele Choel, por no tener permiso de ocupación…”.
Lo
que se ha mostrado en este apartado es el lugar del grupo
de migrantes colonos y el lugar que cada uno de los colonos
ocupa en el grupo de la comunidad donde se juega el destino
total del grupo y a su vez la suerte de todo el conjunto
“colonia coreana”. Kodco es un caso paradigmático en la
vida de la colonia, pues los socios de la misma no recuerdan
haber sido parte de la cooperativa sino que haciendo gestos
adustos tienen en sus conciencias la idea de la extracción
de las ganancias.
“…En cambio, el semi-socio
suele tener relación con aquellos aspectos determinados
objetivamente y prefijables de la asociación; por regla
general, lo que le separa del socio completo no es una relación
más débil con la totalidad y unidad del grupo, no es una
diferencia de intensidad, sino de extensión. Es fácil determinar
exactamente sus obligaciones y derechos con relativa independencia
frente al destino total del grupo, mientras que, en el socio
completo, no puede darse esta separación entre la suerte
del todo y la de la parte. Pero la importancia sociológica
más profunda que tiene la existencia o ausencia de tales
limitaciones, consiste en que la determinación más exacta
de la relación, en el último caso, le presta un carácter
más objetivo que en el primero…”.
Un
caso que fue uno de los conflictos mayores que se produjo
cuando un colono y a su vez empleado de la
Cooperativa Kodco decide contraer matrimonio
con una lugareña de una localidad urbana vecina a la colonia.
El evento era muy importante para la vida de la colonia
misma ya que hace al proceso de integración cultural, pero
el matrimonio no es admitido por los colonos de la colonia
y hace que el colono deba abandonar la colonia y trasladarse
a un lugar urbano. Mientras el matrimonio perdura, viven
un tiempo en la colonia y otro tiempo en otras poblaciones
urbanas cercanas y lejanas. La señora argentina nunca fue
bien recepcionada por los coreanos de la colonia ni siquiera
al morir el inmigrante, ella regresa a su pueblo de origen
y se inserta en la sociedad pueblerina trabajando.
“…De esta relación
puede en ocasiones resultar una situación trágica, cuando
el grupo limita la medida en que un individuo pertenece
a él, pero dentro de este último no se da una limitación
correspondiente, sino que se cree pertenecer íntegramente,
siendo así que en realidad no se le otorga sino una inclusión
parcial…”
Las fronteras culturales
El
concepto frontera adquiere una mayor complejidad desde la
perspectiva de espacios culturales de contacto entre dos
sociedades diferentes, en nuestro caso particular debemos
visualizar a la “Reserva” rodeada de comunidades de inmigrantes
españoles e italianos, de una vecindad recelosa que no comprendía
que los coreanos pudieran alimentarse con vísceras de los
mataderos municipales o de achicoria silvestre. Otros vecinos
verán en los coreanos el interés por los amigos del comercio,
del dinero y los negocios:
“….la dicotomía que
convierte a los otros en extraños y en miembros de otro
grupo étnico, supone un reconocimiento de las limitaciones
para llegar a un entendimiento recíproco, diferencias de
criterio para emitir juicios de valor y de conducta y una
restricción de la interacción posible a sectores que presuponen
común acuerdo e interés…”.
Si
nos ubicamos en el contexto regional, en el radio de unos
50 kilómetros
existen una serie de colonias de inmigrantes: rusos ortodoxos,
laosianos, bolivianos, todas con estatutos de colonización
diferente. Las motivaciones desde lo religioso, la compra
de 100 hectáreas de tierras por la Organización Mundial
de Iglesias; las secuelas del problema internacional de
la Guerra Fría que
se define en Indochina y los norteamericanos que presionan
al gobierno argentino para que reciba agricultores laosianos
anticomunistas; más la expulsión por el hambre y la guerra
de países tales como España e Italia, más las políticas
de marginalidad social que aplican a sus conciudadanos los
países hermanos latinoamericanos hacen que esta región forme
una gran extensión de convivencia interétnica. Al menos
así aparecen distribuidos geográficamente.
Una
imagen instantánea de la
Isla Choele Choel podría ayudarnos a observar
una síntesis de la idea dominante del imaginario de los
gobiernos argentinos de fines del siglo XIX e inicios del
XX: el “crisol de razas” pues las chacras aledañas a la
colonia están pobladas de inmigrantes tales como Fábrega,
Atienza, Román, Hernández, Gómezteruel, Romero, Navarro, Mozzicafredo, Golard, Wullermin, todos
arribados en la década de 1950, algunos habían hecho una
parada previa en la
Colonia Centenario (Provincia del Neuquén).
Una crónica
de un diario regional ilustra:
“Cuando un viajero
desprevenido transita las calles de Choele Choel y Luís
Beltrán, y aún algunos caminos dentro de la histórica y
fértil isla, habrá de sorprenderse con la irrupción
de una estampa nueva y singular: la de los rusos blancos,
con sus barbas largas y rojas, sus trajes típicos y sus
testas cubiertas con gorros de abrigo. Así transitan, en
bicicleta, llevando un panal de miel o un pavo para ofrecerlos
en venta, de puerta en puerta. Otras veces es la típica
y rústica ‘chata’ de cuatro ruedas, en la que la progenie
numerosa es llevada a la escuela…. No es una situación próspera
la de ellos, pero con la escasa aptitud para expresarse
en castellano, han dicho su resignación y sus nostalgias…”.
A esta descripción
hay que agregarle a los coreanos en Lamarque:
“…se los ‘arrojó’
en las 300
hectáreas fiscales de ‘La ‘Reserva,
donde plantaron sus tiendas de campaña, sus baúles repletos
de herramientas… y esperanzas, alentadas por la presencia
del gran río…”.
El
grupo todavía requiere de las visitas de sus con nacionales
para expresar sus cuestiones culturales identitarias. En
una de las visitas del embajador de Corea a la colonia se
describe el comportamiento étnico del grupo:
“…fue recibido por
los miembros de la colectividad que vestían trajes típicos…
en el lugar, adornado con profusión de banderas argentinas
y coreanas, fue servido un almuerzo a la criolla y platos
típicos de los anfitriones… Solicitó gentilmente a la concurrencia
se le permitiera dirigir la palabra a la colonia coreana
en su idioma nativo… Posteriormente, miembros de la colonia
coreana, vestidos a la usanza típica de su país, entonaron
canciones de su acervo y ejecutaron distintos bailes…”.
Cada una de las colonias compuesta por grupos étnicos, a los cuales puede
definirse:
“…en gran medida se
autoperpetúa; comparte valores culturales fundamentales
realizados con unidad manifiesta en formas culturales; integra
un campo de comunicación e interacción; cuenta con
unos miembros que se identifican a sí mismos y son identificados
por otros y que constituyen una categoría distinguible de
otras categorías del mismo orden…”.
Los
laosianos, los bolivianos, los rusos no tienen contacto
entre sí, lo que existe es una buena relación entre los
inmigrantes españoles e italianos con las poblaciones urbanas
de Pomona y Lamarque, como las consideraciones de una lugareña:
“…eran
igual a nosotros más normales…”.
Es
decir el contacto entre los diferentes inmigrantes nos marcará
la primera frontera cultural de los coreanos, que además
puede proyectarse en una nueva frontera entre las colonias
rurales y las poblaciones urbanas de Pomona y Lamarque,
en el marco de la relación rural-urbana:
“…Cuando se les define
como grupos adscriptivos y exclusivos, la naturaleza de
la continuidad de las unidades étnicas es evidente: depende
de la conservación de un límite…”
La
definición de tipo ideal de Barth es criticada por él mismo,
desde una perspectiva más antropológica y más arqueológica
que histórica:
“…impide comprender
el fenómeno de los grupos étnicos y su lugar en las sociedades
y culturas humanas…”
porque,
“…está presuponiendo
una opinión preconcebida de cuáles son los factores significativos
en la génesis, estructura y función de estos grupos… A un
nivel más crítico… la persistencia de límites no es problemática
y que está originada en el aislamiento que implican las
características antes enumeradas…”
ya
que los grupos no se cruzan entre ellos ni interactúan.
Sólo los coreanos con algunos vecinos para aprender a cultivar
y los rusos para vender y vivir. En el caso de la comunidad
de los “rusos blancos” desde hace unos quince años se concretan
tres uniones matrimoniales, tres rusas se casan con dos
chilenos y un argentino. La comunidad rusa casi está aislada,
porque además, el fraccionamiento de las chacras hacen que
vivan cerca, pero separados.
Ahora
bien, es necesario mostrar parte de los encuentros entre
culturas, modos de pensar “en coreano”, modos de actuar
“en argentino”, hechos muy necesarios para ver el juego
de intereses interétnicos y de límites étnicos. Estos contactos
generan una serie de fuerzas
que se mueven en medio de profundas contradicciones y están
representadas por distintos agentes sociales en una conflictividad
permanente. Los conflictos presentan una diversidad de origen
que se traducen en las relaciones del área de la propia
frontera.
No
obstante, cuando interactúan personas pertenecientes a culturas
diferentes, es de esperar que sus diferencias se reduzcan,
ya que la interacción requiere y genera una congruencia
de códigos y valores; en otras palabras, una similitud o
comunidad de cultura:
“…Las relaciones interétnicas
estables presuponen una estructura de interacción semejante:
por un lado, existe un conjunto de preceptos que regulan
situaciones de contacto y que permiten una articulación
en algunos dominios de la actividad y, por otro, un conjunto
de sanciones que prohíben la interacción étnica en otros
sectores, aislando así ciertos segmentos de la cultura de
posibles confrontaciones o modificaciones… Implícitas también
en la conservación de los límites étnicos se encuentran
situaciones de contacto entre individuos de diferentes culturas:
los grupos étnicos persisten como unidades significativas
sólo si van acompañados de notorias diferencias en la conducta,
es decir, de diferencias culturales persistentes...”.
Los
intercambios culturales entre los colonos coreanos y las
poblaciones vecinas se da cuando los propios vecinos le
enseñaban a los colonos a usar las herramientas de trabajo,
cuando los expertos que trabajan en Tierras colaboran asesorando
desinteresadamente a los colonos, cuando los colonos se
dedicaban a vender el pan que cocinaban las colonas en los
hornos a leña y la negativa de la colonia a admitir casamientos
mixtos:
“…con la colaboración
de un vecino que les facilitó un tractor pues aun no poseen
las herramientas adecuadas y necesarias para dedicarse a
la agricultura…”.
No
todas las relaciones entre vecinos fue de colaboración,
otras los vecinos les enseñaban a los coreanos replantar
el maíz:
“…un día viene un
señor y le dijo yo no trabajar eso mucho trabajo plantita
a plantita, mi marido le dice ¿qué están haciendo? Y estaban
trasplantando el maíz, doce hectáreas, lo estaban transplantando
las señoras…. Mi marido les preguntó ¿quién les dijo que
hicieran esto? una mañana lo llaman de la comisaría porque
un coreano había encontrado a los que le habían dicho que
transplantara y parece que le dio una trompada y lo tiró
a un canal, y resultó ser… un capataz de chacra…”.
“…los límites a los
cuales debemos dedicar nuestra atención son sociales, aunque
bien puedan contar con su concomitante territorial… Los
grupos étnicos no están basados simplemente en la ocupación
de territorios exclusivos; necesitamos analizar los diferentes
medios por los cuales logran conservarse… los límites étnicos
canalizan la vida social y esto ocasiona una organización
a menudo muy compleja de relaciones sociales y de conducta…”.
El
resentimiento de los productores lugareños porque a ellos
no les dieron las tierras que sí fueron otorgadas a los
coreanos:
“…pero hubo algunos
productores de Lamarque que le dijeron de mala fe, de bronca,
porque les habían dado esa cantidad de tierra y no a nosotros
decían los productores a mi marido… y les dijeron que el
maíz había que transplantarlo…”
Una
cuestión muy significativa pero que no trascendió y que
colocó a las dos comunidades educativas coreanas y argentinas
en un límite de concepción de la lectura que cada una de
ellas hacía del presente reciente vivido:
“En los momentos que
estamos viviendo, el conocimiento se está convirtiendo en
la variable fundamental de nuestro desempeño social del
desarrollo económico, de la distribución del poder. Todo
se conjuga sobre el presente y esta ausencia de sentido
y esta densidad enorme del presente nos impide fundamentalmente
educar a las nuevas generaciones porque no tenemos pasado,
no tenemos patrimonio para transmitirles y no tenemos futuro,
no tenemos proyecto en el cual proyectarnos hacia delante…”.
Este
horizonte cultural plasmado en la visión de las autoridades
coreanas del Instituto Coreano Argentino y no aceptada por
las autoridades de la Escuela Tambor de
Tacuarí de Lamarque marca la diferencia de percepción de
la realidad cultural política de la argentina.
Las
autoridades educativas rionegrinas hicieron que el párrafo
del sin-sentido de la vida del presente y la ausencia del
pasado sea eliminado, culmina el proceso de interacción
cultural en la firma del Convenio de Hermandad, desde una perspectiva optimista de la
vida cultural “Apostamos al encuentro de dos culturas y
el rescate del inmigrante coreano en la Argentina”. La construcción
de la identidad, la memoria viva que permite tal construcción,
la generación de un clima de convivencia donde se puedan
generar líderes o maestros capaces de enseñar la tolerancia.
Las
propias inmigrantes señalan aquellas situaciones del conocimiento
mutuo cuando el idioma era superado como barrera se daba
una relación afectuosa de igual forma una instancia de interacción
muy trascendente, entre la gente coreana de la colonia y
la población urbana de Lamarque, relación de amistad estrecha,
que murió con la desaparición física de los actores:
“Mira yo pienso que
hay una cosa en los seres humanos cuando existe una afinidad
ente dos personas a veces el idioma está demás eso nos pasó
con Don Julián… en buenas relaciones hasta que él murió
al principio nos dio mucha ayuda y mis padres nunca olvidaron
eso… y apoyaban en todo sentido pero en nuestra inmigración
hubo muchas personas que ayudaron… como él hablaba inglés
nos entendíamos él hacía de traductor…”.
Los límites de la vecindad
Presentamos
en este subtítulo cuestiones sobresalientes de las relaciones
establecidas entre los colonos de la colonia coreana y sus
vecinos colonias española e italiana, con las cuales el
intercambio fue más productivo con resultados de aprendizajes
de diferentes elementos conocidos para unos y desconocidos
para otros. Para las colonias italiana y española el arribo
de los coreanos no pasó inadvertida:
“…La llegada de los
inmigrantes coreanos a esta localidad [Lamarque], anunciada
por otra parte con mucha anticipación, provocó natural expectativa
en el vecindario, por lo que apenas llegados, fueron muy
visitados…”
Por
ello es muy pertinente el texto de Simmel:
“…No son las formas
de la proximidad o distancia espaciales las que producen
los fenómenos de la vecindad o extranjería, por evidente
que esto parezca… lo que tiene importancia social no es
el espacio, sino el eslabonamiento y conexión de las partes
del espacio, producidos por factores espirituales…”.
También
puede comprenderse a las fronteras a partir de las fuentes
que sostienen distintas posiciones de los agentes responsables
que diseñan y son artífices de las maneras de controlar
a las mismas y la provisión de infraestructura básica -usar
herramientas, equipamientos de cura, cosechadoras, aprender
las labranzas-.
“…y por la cordialidad
de unos pocos vecinos. Los más hospitalarios, les enseñaron
a quitar las malezas, trazar un canal, abrir los surcos
y arrojar las primeras semillas de zapallo y maíz…”.
Las
reacciones de las colonias española e italiana ante las
costumbres alimenticias de los coreanos, más las necesidades
momentáneas por carecer de posibilidades materiales de acceder
a sus gustos, muestran aristas interesantes:
“En Corea comíamos…
comida coreana a base de arroz… mucha verdura y mucho pescado
cuando llegamos acá… nosotros pescábamos truchas y pejerrey…
me pasaba las noches pescando con mi papá y después cazábamos
liebres, perdices y bueno una de las cosas que en las épocas
que nosotros salíamos comíamos chinchulines, riñones, las
patas, tendones, la cabeza de vaca en Corea se comía pero
cuando llegamos acá los argentinos en ésa época tiraban
todo entonces nosotros íbamos al matadero y me acuerdo que
traíamos todo eso que se tiraba era una comida increíble
a la gente le daba impresión que comiéramos eso…. Mi papá
decía cómo puede ser que se tire todo esto es una cosa increíblemente
rico en esa época no se comía achicoria y nosotros y muchas
verduras más que salían en el campo… arrancábamos y comíamos….
Y en esa época la gente decía como comen esos, comen, lo
que comen las vacas… nosotros sufrimos con las comidas porque
los coreanos somos de comer picante y acá el argentino casi
no lo conoce… los condimentos básicos los comprábamos en
Buenos Aires como la salsa de soya… como tres años nos tuvimos
que arreglar sin nada nos tuvimos que adaptar a la comidas
que había porque acá no se la podía conseguir…”.
Otra
visión diferente de las colonias española e italiana y de
otros productores vecinos a colonas inmigrantes indagadas
acerca de un conflicto que sería considerado “el conflicto”
por su magnitud en el año 2008 de Argentina y que señala
no sólo que el problema del campo latía hace varios años
sino que también identifica posiciones tomadas diferentes
frente a la denominada “lucha del campo”.
En
palabras de una inmigrante que ocupa un cargo importante
en la Cámara de Productores
del Valle Medio en alusión a sus vecinos los chacareros
expresa:
“…para crecer como
Valle Medio, porque en este momento estamos a ‘la cola de
todo’ y a veces ni nos escuchan y a veces ni existimos,
pero como digo yo, va a depender de nosotros también, porque
por ahí los productores quieren conseguir haciendo ‘cortes
de ruta’, pero no digo que eso este ni bien ni mal, pero
si podemos conseguir las mismas cosas sin hacer esos cortes
de ruta, porque eso afecta a los usuarios de la ruta, a
la comercialización, al transporte, bueno hay que ir de
acá en más, más que de ‘tractorazos’… porque los productores
tienen que estar en las chacras no haciendo huelgas, porque
a la larga van a negociar…”
Las barreras culturales
El
idioma creo que sigue siendo hasta hoy, luego de cincuenta
años de colonización uno de los problemas más infranqueables.
Incluso para los hijos de los matrimonios mixtos, sus principales
problemas en el aprendizaje escolar fue el idioma:
“…Este animoso grupo
coreano como la mayoría de los inmigrantes que se han radicado
en nuestro suelo, tropiezan con serias dificultades: que
les hacen la vida muy dura en sus comienzos. Una de las
mayores de ellas es el idioma, ya que no hablan castellano,
al cual lo consideran muy difícil -nos han expresado- aunque
se esfuerzan por aprender…”.
El
problema de la lengua estalló apenas llegan los colonos,
incluso antes de instalarse en la colonia:
“…en este sentido
cabe destacar la humanitaria acción desarrollada por la
maestra de la escuela local, señorita…. Quien, desinteresadamente
a diario les ha dado clases para enseñarles a hablar y escribir,
para lo cual dividió al conjunto en dos grupos: menores
y adultos. Al trasladarse las familias a la “La Reserva” y por razones de
distancia [estaban en la comisaría de Lamarque], esta actividad
ha dejado de efectuarse…”.
Las
autoridades del municipio de Lamarque a tal efecto solicitaron
a la Comisión Provincial
de alfabetización con asiento en Viedma que contemplara
esa situación.
El
intendente manifestó que la gente de Tierras y Colonias
prometió contratar una persona con conocimientos de inglés
para enseñar el castellano a las familias coreanas. Empezaron a tomar contacto el español
cuando eran visitados por los curiosos pobladores lugareños:
“…nuestro idioma siendo
un inconveniente muy difícil de vencer, el poder entenderse
con ellos, ya que no cuentan con intérprete alguno…”.
A
ocho años de la existencia de la colonia, el idioma sigue
siendo una barrera para el intercambio cultural, aquí expresado
ante periodistas:
“…Cuesta algo conversar
con ellos; [colonos] el castellano aún no es dominado mucho
por los mayores; no así por sus hijos que se expresan correctamente
y traducen nuestro diálogo… ‘Linda tierra’… y agrega que
piensa ‘plantar frutales, poco a poco frutales’… ‘Gusta
mucho Argentina’ dice en su precario castellano y agrega
que ‘en Corea poca tierra y mucha gente’…”.
Las
barreras culturales del grupo coreano no sólo fue el idioma
como artefacto cultural sino que fue una traba de tipo instrumental,
la ausencia del conocimiento del trabajo de campo, significó
cuasi la desaparición de la colonia:
“…el numeroso grupo,
al no ser conocedor del trabajo campesino emigró a Buenos
Aires… el desconocimiento de la vida propia que tiene el
agricultor, ha hecho que varias familias no se hayan adaptado
y cinco de ellas ha abandonado la zona para radicarse en
los alrededores de la capital federal (sic); una ha quedado
en esta localidad y siete ya están ubicadas en “La Reserva”, destino fijado
por las autoridades… Al declararse agricultores, mediante
el pago de parte de sus bienes para obtener el permiso de
salida-prohibido en Corea a sus ciudadanos- en la desesperación
de abandonar su convulsionado país… pero desconociendo hasta
lo elemental en la agricultura…”.
De
todas maneras, todas estas cuestiones vistas como barreras
para nosotros para el embajador de Corea la experiencia
de la colonia Lamarque como positiva:
“…expresó que no es
el único país donde hay inmigrantes coreanos trabajando
la tierra, pero que aquí la adaptación lograda y las posibilidades
de la rica provincia de Río Negro le hacer confiar en su
incrementación…”.
Conclusiones
La
colonia tiene sus limitaciones propias para constituirse
en colonia por las falencias de las políticas públicas rionegrinas,
coreanas y cooperativas. La inmigración planeada no fue
tal, las tierras eran montes sin desmontar, los colonos
eran de profesiones diversas, de todas menos agricultores.
Estas eran las fronteras que imposibilitan la alternativa
de la colonia prospera de pequeños propietarios como la
ideaban los discursos de las políticas públicas rionegrinas.
La
colonia tiene sus propios límites para convivir como una
comunidad colectiva organizada: el desconocimiento de las
formas cooperativas de conducir la comunidad; la ausencia
de la conciencia de la vida comunitaria; la gran cantidad
de intereses de liderazgos, de dinero, de perspectivas de
vida, de poder intra-colonia hacen inconducente la concreción
de una comunidad coreana.
Hay
en el contexto regional otras colectividades inmigrantes
unas más “cerradas” que otras al intercambio cultural y
a las experiencias de aprendizaje. Los cambios interculturales
se dieron con las colectividades española e italiana. Los
vecinos les enseñan a usar las herramientas y se las prestan.
Las fronteras culturales funcionan parcialmente. Con otras
colectividades como la boliviana, la laosiana o con los rusos ortodoxos no se establecen
contactos.
Las
fronteras culturales son claras en las visiones respecto
de los agricultores en el conflicto del campo tal como en
la lectura existencial del presente en las autoridades educativas
coreanas y argentinas.
El
proceso de inmigración coreana instalada en “La
Reserva” tendrá barreras infranqueables
de superar el idioma y el entrenamiento en las actividades
agrícolas para la pervivencia en el tiempo de la colonia.
Al
hacer el balance de mi ponencia pienso que quizá he dramatizado
mucho la idea de frontera como grieta diferenciadora y separadora,
y posiblemente conviene recordar que las fronteras no sólo
separan sino que también unen. Por encima de las fronteras
diferenciales siempre ha habido fronterizos convergentes.
Contra la propensión a fijar hechos tan diferenciales no
han faltado voces intentando de unir en vez de separar relativizando
las diferencias.
Anexo
Mapa Colonia
Coreana Lamarque (1973)
Bibliografía
BANDIERI, Susana,
BLANCO, Graciela; BLANCO, Mónica; (2008); Las
escalas de la historia comparada; Buenos Aires; Miño
y Dávila; Tomo 2.
BARTH, Fredrik
(comp); (1976); Los grupos étnicos y sus fronteras. La organización
social de las diferencias culturales; México; FCE.
DEVALLE, Susana
B.C, (comp); (2000); Poder
y cultura de la violencia; México; El Colegio de México.
Diario La
Nación; Capital Federal, 31.03.74.
GONZÁLEZ REBOREDO,
X.M.- FRNÁNDEZ DE ROTA, X.A.; (1991); Lindeiros da galeguidade-
I. Simposio de Antropoloxía, A Coruña; Consello da Cultura
Galega.
KIM, Edward;
(1985); Datos sobre Corea; Seúl; Hollym Corporation.
MITRE FERNÁNDEZ,
E.; GARCÍA CÁRCEL, R.; LUCENA GIRALDO, M.; EDELMAYER, F.;
RIQUER i PERMANYER; B.; (1997); Fronteras y fronterizos
en la historia; Valladolid; Universidad de Valladolid.
SIMMEL, Georg;
(1986); Sociología 2. Estudios sobre las formas de
socialización; Madrid; Alianza.
TRINCHERI, Alcira;
“Los intersticios de la primera inmigración coreana en Argentina”
Jornadas Nacionales Interescuelas/Departamentos de Historia,
Universidad Nacional de Tucumán; 19 al 22septiembre 2007;
San Miguel de Tucumán.
“Los
colonos coreanos en la Patagonia Argentina”;
XXVI Congreso Alas; Universidad Nacional de Guadalajara;
Agosto 2007; Guadalajara.
“Notas
de pequeñas historias orientales. La inmigración coreana
en un pueblo rionegrino”; Congreso Nacional ALADAA; Universidad
Nacional de Buenos Aires; 12 y 13 junio 2006; Ciudad Autónoma.
WARSCHAWSKI,
Michel; (2004); En la frontera; Barcelona; Gedisa.
Fuentes
Archivo del
Diario Río Negro, General Roca.
Entrevistas
orales.
Expediente N°12298/68.
Expediente N°10120/73.
Expediente Nº
300310; 1979.
Expediente Nº
300311; 1979.
Mapa catastral
de la Colonia